Episodio 43: Cómo tener clientes felices y sentirte orgulloso de tus diseños

¿Has entregado alguna vez a un cliente un proyecto de diseño gráfico que no te gustaba, ni te hacía sentir especialmente orgulloso? No es una sensación muy agradable, incluso si el cliente está encantado con el diseño final. Lo sé porque yo misma he entregado diseños ‘Frankenstein’ a veces, ¡y resulta complicado de asumir! 

En este episodio te voy a compartir mis trucos para evitar que esto pase, creando siempre proyectos dignos de tu talento y expertise, que además dejen a tu cliente satisfecho con tu trabajo. Es posible, ¡palabrita!

Si eres más de leer que de escuchar…

¡Hola! Estás escuchando el Episodio 43 del podcast Happy Designer. Soy Noe, diseñadora gráfica y fundadora del estudio online de branding Lunes Design. He creado este podcast para compartir el backstage de mi estudio, cómo me organizo y qué hago para que este negocio me aporte libertad financiera y creativa... Sin que esto signifique trabajar más horas.

Como diseñadores freelance, evidentemente, hemos de asegurarnos que nuestro cliente está contento con el diseño que le entregas.

Pero a veces, nos encontramos que esto significa entregar un proyecto de diseño que no nos gusta, ni nos hace sentir especialmente orgullosos. Me refiero a cuando tú propones un diseño muy guay al cliente, pero que este te lo tumba, pide correcciones y correcciones y esto acaba siendo un diseño en plan Frankenstein, bastante indigno de tu talento e, incluso, que te da un poquito de vergüenza reconocer como creación tuya.

No es una sensación muy agradable, incluso si el cliente está encantado con el diseño final.

Reconozco que a mí me pasaba mucho al principio de ser freelance. ¿Sabes lo típico, de mandar 3 propuestas de diseño, incluyendo una que solo te medio-convence y… evidentemente es ESA la que el cliente escoge. O, a veces es una ronda de revisión que te pide el cliente, diciendote que está toooodo perfecto, salvo la tipografía, el color y el diseño del isotipo? Y tu dices.. eeem, pero entonces, ¿con qué nos quedamos? ¿El nombre del archivo?

Sí, es duro trabajar con clientes, y más cuando parece que lo que les gustaría, en el fondo, es hacer el diseño ellos mismos, pero como no controlan ningún programa de diseño, te lo piden a ti.

Hoy en día es una situación que ya no me pasa casi. No todos los diseños que hago son 100% alineados con mi estilo o lo que me gustaría hacer, pero ya no pasa que me desvirtúen un diseño que funciona y se ve bien hasta el punto de quedar con un monstruo. Ha sido todo un proceso, y he descubierto algunos trucos al respecto.

Si, es posible sentirnos orgulloso de nuestros diseños y tener al cliente feliz también y te voy a contar cómo hacer para que eso te pase lo más a menudo posible.

El primer punto importante aquí es recordar nuestro papel como diseñador: Lo que a veces nos olvidamos es que para ser un buen diseñador no debemos complacer al cliente, diseñando lo que le gusta, sino que hemos de diseñar algo que le aporte los resultados que espera. Eso es lo que le va a hacer feliz. Un cliente satisfecho no es el que acaba obteniendo el diseño que tenía en mente, o que le encanta, sino el que obtiene el diseño que le ayudará a alcanzar sus objetivos de comunicación.

Así que mi primer truco es ese: ten claro esto, tatúatelo si hace falta, crea y defiende tus diseños en base a esto. Diseña en función de los objetivos de comunicación, siempre.

Un objetivo para un diseño puede ser, por ejemplo, mejorar la percepción de marca, algo que va a hacer que los clientes de tu cliente no regateen sus precios y se decidan más rápido a la hora de comprar, entre otras cosas.

Intenta tener en cuenta los gustos del cliente, para encontrar un estilo visual que encaje con el objetivo y con el cual tu cliente va a poder sentirse cómodo.

Pero si quieres evitar diseñando algo que no es digno de tu expertise, nunca hagas el diseño que te muestra el cliente de ejemplo, o que te pide hacer, como por ejemplo “quiero un logo con una estrella con estilo acuarela y un lettering para el nombre”. Recuérdale tu papel como diseñador, el objetivo del diseño y diseña lo que el negocio necesita, no lo que le gusta al cliente. Y por cierto, esa labor empieza con el primer documento que mandas a tu cliente, el presupuesto. Si lo trabajas bien, resultará mucho más fácil que el cliente entienda todo esto y te deje diseñar lo que toca.

La segunda cosa, y es algo importante para que el primer punto funcione, es conseguir cierto reconocimiento y autoridad como profesional del diseño. Y esto se consigue principalmente a base de comunicación y marketing. Sí, esas cosas que no haces porque parece que nunca hay tiempo para ello, verdad? Pues la comunicación y el marketing no solo sirven para conseguir clientes, sino para construir una verdadera marca y conseguir ser respetado como diseñador. Esto influye directamente en los proyectos de diseño y las rondas de correcciones que puedas tener a lo largo del proceso creativo, créeme. Piensalo, si tu cliente te ve como un crack del diseño, es menos probable que te diga cómo diseñar su logo o su web. Así que saca tiempo para comunicar, tener tu branding y tu web a punto, limpiar tu portfolio para solo mostrar lo mejorcito, y crear contenidos que demuestres que controlas el tema del diseño.

Es un curro, sí, pero es totalmente rentable, porque aparte de conseguir mejores clientes y proyectos, tu proceso creativo va a ser mucho más corto y rápido, sin esas rondas de correcciones y demás lecturas de mente para entender lo que le gustaría al cliente. Un proceso más corto es un proyecto más rentable, y tiempo libre para… comunicar y hacer marketing, ¡claro! ¿Ves? Es un plan muy redondo.

El tercer truco para evitar crear estos diseños Frankenstein que acabamos escondiendo, es hacer que nuestra propuesta de diseño luzca al máximo y se entienda. Lo que queremos es presentarlo de tal manera que el cliente no pueda querer rechazarla o modificarla.

A veces, los diseñadores nos esforzamos mucho en crear algo muy guay, como un logotipo por ejemplo… y nos sentimos orgullosos, pensamos que al cliente le va a encantar - ¿cómo no? - y se lo chutamos por email así sin más, pensando que el diseño hablara por sí solo.

Pues no es así, para nada.

Una propuesta de diseño se debe “vender”, entre comillas. Esto significa primero que debes explicar todas tus decisiones de diseño, porqué has elegido los colores, las tipografías, el estilo, la composición. Y segundo es importante que el diseño luzca: para que el cliente se imagine usándolo, pon tu diseño en un contexto realista usando varios mockups. Haz una presentación chula, donde cada diseño y parte del diseño está expuesta con la máxima definición y calidad. Invierte tiempo en ello: para darte una idea, suelo tardar 6 horas para diseñar una propuesta de identidad visual, y dedico 2 horas a la presentación y los mockups. Parece mucho quizás, pero presentar los diseños de esta manera aumenta mucho la probabilidad de que el cliente lo acepte tal cual lo diseñé - y desde luego tardaría mucho más en diseñar otra propuesta que haciendo esta presentación con mimo y cariño.

Y por cierto, currarse una buena presentación no es solo imprescindible para la primera propuesta de diseño. También es interesante hacerlo para cada diseño que mandes, sean correcciones sobre la propuesta inicial u otros diseños complementarios, más pequeños. Nada de mandar jpgs sueltos, hasta para presentar una firma de email creo un mockup, y, de nuevo, te garantizo que no es perder el tiempo.

Vale, con estos 3 trucos hemos maximizado la posibilidad de diseñar algo chulo y que el cliente nos lo acepte tal cual.

Ahora bien, vienen las etapas cruciales: el momento en el cual el cliente nos da su feedback y lo que hacemos nosotros en base a ello.

Un gran truco es ayudar a tu cliente a la hora de darte su opinión sobre tu propuesta de diseño. No mandes tu presentación sin más, o diciendo “ya me dirás que te parece”. Eso es lo que hacía antes - y es que, de verdad, nadie nos enseña llevar los proyectos en las escuelas de diseño - mandaba mis diseños y esperaba respuesta. Esa es la mejor manera para que el cliente diga que le gusta o no un diseño, en lugar de pensar de manera estrategica. ¿Recuerdas el primer truco que te comentaba, que no se trata de diseñar en base a los gustos del cliente, sino en base a los objetivos del negocio? Pues eso, en esta etapa hemos de ayudar al cliente a criticar el diseño de forma constructiva, estratégica.

Haz preguntas, recuerda los objetivos de comunicación y defiende tu diseño, explicando de nuevo tus decisiones gráficas. Esto es algo que ha contribuido a reducir las rondas de revisiones en mis procesos de diseño. Y no solo esto, sino que ayuda a mis clientes a tomar mejores decisiones para su negocio. Porque a ellos no les beneficia tampoco tener un diseño que les guste pero que no funcione, a nivel estratégico. Nuestro papel es ayudar a nuestro cliente a tomar esas decisiones estratégicas sin dejarse llevar por cuestiones meramente estéticas.

Ahora, el último truco es… saber ceder de forma inteligente. Si, quizás suene un poco contradictorio con lo anterior, pero voy a explicarte.

A veces, lo que nos pasa cuando el cliente nos da su feedback y pide cambios y revisiones es que cedemos completamente. Nos rendimos, pensamos “vaya, la propuesta que he hecho no le gusta, es que no se entera, no sabe de diseño, ala, pues voy a diseñar lo que me pide y a tomar por culo”. Y es cuando acabamos con un diseño que nosotros odiamos.

Hasta ahora te he dado tácticas para favorecer que el cliente te apruebe tu diseño, pero sino es el caso, el otro camino NO es rendirse y diseñar lo que el cliente pide.

Es volver a diseñar una propuesta que te parezca interesante, digna, que se alinee con los objetivos del negocio teniendo en cuenta ese feedback del cliente, y sí, sus gustos, porque es un poco inevitable que el cliente juzgue el diseño en base a sus gustos - aunque, como te decía, haremos lo posible para que sea en menor parte. Creo firmemente que este diseño que cumple con los objetivos y le encanta al cliente existe para cada proyecto. Y vale, a veces no encontramos este “sweet spot”, pero existe y con la experiencia, verás que lo encuentras cada vez más fácilmente y de forma más intuitiva.

Tu objetivo es diseñar lo que el negocio necesita, no lo que le gusta al cliente - aunque tengas en cuenta sus gustos, no es el objetivo del diseño.

Trabaja tu comunicación para conseguir cierta autoridad como diseñador.

Manda propuestas auto explicativas y muy curradas a nivel de diseño.

Haz preguntas para conseguir un buen feedback de parte de tu cliente

Y no te rindas si hay que retocar o rediseñar tu propuesta, vuelve a la estrategia y encuentra el sweet spot, el diseño que te mola a ti y a tu cliente.

Te invito a marcarte un objetivo, a elegir uno de estos trucos y trabajar para mejorarlo de forma consciente en tu próximo proyecto. Es el primer paso para conseguir un portfolio que te haga sentir orgulloso a la vez que testimonios super positivos de parte de tus clientes.

Si te sientes perdido con todo esto, en mi kit de plantillas Brand Expert, encontrarás todos los documentos que uso en mi proceso de branding, desde el presupuesto hasta los documentos de presentación, y verás la forma en la cual lo hago para conseguir que los clientes respeten mi criterio, entiendan los objetivos del diseño y lo aprueben con más facilidad. Son documentos que reflejan un proceso de trabajo que he ido puliendo a lo largo de los últimos 6 años en mi estudio, y francamente, no hay color entre los proyectos que tengo en mi portfolio hoy y los de hace 6 años… y de nuevo, este proceso es lo que lo ha cambiado todo. Si te interesa ver el kit Brand Expert, lo encontrarás en mi web lunesschool.com

Espero que este episodio te haya gustado y que puedas resolver la complicada ecuación felicidad de tus clientes y proyectos dignos de tu talento gracias a mis consejos.

Un abrazo, y hasta pronto para un nuevo episodio.


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Hola! Estás escuchando el Episodio 43 del podcast Happy Designer. Soy Noe, diseñadora gráfica y fundadora del estudio online de branding Lunes Design. He creado este podcast para compartir el backstage de mi estudio, cómo me organizo y qué hago para que este negocio me aporte libertad financiera y creativa... Sin que esto signifique trabajar más horas.

Como diseñadores freelance, evidentemente, hemos de asegurarnos que nuestro cliente está contento con el diseño que le entregas.

Pero a veces, nos encontramos que esto significa entregar un proyecto de diseño que no nos gusta, ni nos hace sentir especialmente orgullosos. Me refiero a cuando tu propones un diseño muy guay al cliente, pero que este te lo tumba, pide correcciones y correcciones y esto acaba siendo un diseño en plan Frankenstein, bastante indigno de tu talento e, incluso, que te da un poquito de vergüenza reconocer como creación tuya.

No es una sensación muy agradable, incluso si el cliente está encantado con el diseño final.

Reconozco que a mi me pasaba mucho al principio de ser freelance. ¿Sabes lo típico, de mandar 3 propuestas de diseño, incluyendo una que solo te medio-convence y… evidentemente es ESA la que el cliente escoge. O, a veces es una ronda de revisión que te pide el cliente, diciéndome que está toooodo perfecto, salvo la tipografía, el color y el diseño del isotipo? Y tú dices.. eeem, pero entonces, ¿con qué nos quedamos? ¿El nombre del archivo?

Sí, es duro trabajar con clientes, y más cuando parece que lo que les gustaría, en el fondo, es hacer el diseño ellos mismos, pero como no controlan ningún programa de diseño, te lo piden a ti.

Hoy en día es una situación que ya no me pasa casi. No todos los diseños que hago son 100% alineados con mi estilo o lo que me gustaría hacer, pero ya no pasa que me desvirtuen un diseño que funciona y se ve bien hasta el punto de quedar con un monstruo. Ha sido todo un proceso, y he descubierto algunos trucos al respecto.

Sí, es posible sentirnos orgullosos de nuestros diseños y tener al cliente feliz también y te voy a contar cómo hacer para que eso te pase lo más a menudo posible.

El primer punto importante aquí es recordar nuestro papel como diseñador:

Lo que a veces nos olvidamos es que para ser un buen diseñador no debemos complacer al cliente, diseñando lo que le gusta, sino que hemos de diseñar algo que le aporte los resultados que espera. Eso es lo que le va a hacer feliz. Un cliente satisfecho no es el que acaba obteniendo el diseño que tenía en mente, o que le encanta, sino el que obtiene el diseño que le ayudará a alcanzar sus objetivos de comunicación.

Así que mi primer truco es ese: ten claro esto, tatuatelo si hace falta, crea y defiende tus diseños en base a esto. Diseña en función de los objetivos de comunicación, siempre.

Un objetivo para un diseño puede ser, por ejemplo, mejorar la percepción de marca, algo que va a hacer que los clientes de tu cliente no regateen sus precios y se decidan más rápido a la hora de comprar, entre otras cosas.

Intenta tener en cuenta los gustos del cliente, para encontrar un estilo visual que encaje con el objetivo y con el cual tu cliente va a poder sentirse cómodo.

Pero si quieres evitar diseñar algo que no es digno de tu expertise, nunca hagas el diseño que te muestra el cliente de ejemplo, o que te pide hacer, como por ejemplo “quiero un logo con una estrella con estilo acuarela y un lettering para el nombre”. Recuérdale tu papel como diseñador, el objetivo del diseño y diseña lo que el negocio necesita, no lo que le gusta al cliente. Y por cierto, esa labor empieza con el primer documento que mandas a tu cliente, el presupuesto. Si lo trabajas bien, resultará mucho más fácil que el cliente entienda todo esto y te deje diseñar lo que toca.

La segunda cosa, y es algo importante para que el primer punto funcione, es conseguir cierto reconocimiento y autoridad como profesional del diseño.

Y esto se consigue principalmente a base de comunicación y marketing. Sí, esas cosas que no haces porque parece que nunca hay tiempo para ello, verdad? Pues la comunicación y el marketing no solo sirven para conseguir clientes, sino para construir una verdadera marca y conseguir ser respetado como diseñador. Esto influye directamente en los proyectos de diseño y las rondas de correcciones que puedas tener a lo largo del proceso creativo, créeme. Piensalo, si tu cliente te ve como un crack del diseño, es menos probable que te diga cómo diseñar su logo o su web. Así que saca tiempo para comunicar, tener tu branding y tu web a punto, limpiar tu portfolio para solo mostrar lo mejorcito, y crear contenidos que demuestres que controlas el tema del diseño.

Es un curro, si, pero es totalmente rentable, porque aparte de conseguir mejores clientes y proyectos, tu proceso creativo va a ser mucho más corto y rápido, sin esas rondas de correcciones y demás lecturas de mente para entender lo que le gustaría al cliente. Un proceso más corto es un proyecto más rentable, y tiempo libre para… comunicar y hacer marketing, claro! Ves, es un plan muy redondo.

El tercer truco para evitar crear estos diseños Frankenstein que acabamos escondiendo, es hacer que nuestra propuesta de diseño luzca al máximo y se entienda.

Lo que queremos es presentarlo de tal manera que el cliente no pueda querer rechazarla o modificarla.

A veces, los diseñadores nos esforzamos mucho en crear algo muy guay, como un logotipo por ejemplo… y nos sentimos orgullosos, pensamos que al cliente le va a encantar - ¿cómo no? - y se lo chutamos por email así sin más, pensando que el diseño hablara por sí solo.

Pues no es así, para nada.

Una propuesta de diseño se debe “vender”, entre comillas. Esto significa primero que debes explicar todas tus decisiones de diseño, por qué has elegido los colores, las tipografías, el estilo, la composición. Y segundo es importante que el diseño luzca: para que el cliente se imagine usándolo, pon tu diseño en un contexto realista usando varios mockups. Haz una presentación chula, donde cada diseño y parte del diseño está expuesta con la máxima definición y calidad. Invierte tiempo en ello: para darte una idea, suelo tardar 6 horas para diseñar una propuesta de identidad visual, y dedico 2 horas a la presentación y los mockups. Parece mucho quizás, pero presentar los diseños de esta manera aumenta mucho la probabilidad de que el cliente lo acepte tal cual lo diseñe - y desde luego tardará mucho más en diseñar otra propuesta que haciendo esta presentación con mimo y cariño.

Y por cierto, currarse una buena presentación no es solo imprescindible para la primera propuesta de diseño. También es interesante hacerlo para cada diseño que mandes, sean correcciones sobre la propuesta inicial o otros diseños complementarios, más pequeños. Nada de mandar jpgs sueltos, hasta para presentar una firma de email creó un mockup, y, de nuevo, te garantizo que no es perder el tiempo.

Vale, con estos 3 trucos hemos maximizado la posibilidad de diseñar algo chulo y que el cliente nos lo acepte tal cual.

Ahora bien, vienen las etapas cruciales: el momento en el cual el cliente nos da su feedback y lo que hacemos nosotros en base a ello.

Un gran truco es ayudar a tu cliente a la hora de darte su opinión sobre tu propuesta de diseño. No mandes tu presentación sin más, o diciendo “ya me dirás qué te parece”. Eso es lo que hacía antes - y es que, de verdad, nadie nos enseña llevar los proyectos en las escuelas de diseño - mandaba mis diseños y esperaba respuesta. Esa es la mejor manera para que el cliente diga que le gusta o no un diseño, en lugar de pensar de manera estratégica.

¿Recuerdas el primer truco que te comentaba, que no se trata de diseñar en base a los gustos del cliente, sino en base a los objetivos del negocio? Pues eso, en esta etapa hemos de ayudar al cliente a criticar el diseño de forma constructiva, estratégica.

haz preguntas, recuerda los objetivos de comunicación y defiende tu diseño, explicando de nuevo tus decisiones gráficas. Esto es algo que ha contribuido a reducir las rondas de revisiones en mis procesos de diseño. Y no solo esto, sino que ayuda a mis clientes a tomar mejores decisiones para su negocio. Porque a ellos no les beneficia tampoco tener un diseño que les guste pero que no funcione, a nivel estratégico. Nuestro papel es ayudar a nuestro cliente a tomar esas decisiones estratégicas sin dejarse llevar por cuestiones meramente estéticas.

Ahora, el último truco es… saber ceder de forma inteligente.

Sí, quizás suene un poco contradictorio con lo anterior, pero voy a explicarte.

A veces, lo que nos pasa cuando el cliente nos da su feedback y pide cambios y revisiones es que cedemos completamente. Nos rendimos, pensamos “vaya, la propuesta que he hecho no le gusta, es que no se entera, no sabe de diseño, pues voy a diseñar lo que me pide y a tomar por culo”. Y es cuando acabamos con un diseño que nosotros odiamos.

Hasta ahora te he dado tácticas para favorecer que el cliente apruebe tu diseño, pero si no es el caso, el otro camino NO es rendirse y diseñar lo que el cliente pide.

Es volver a diseñar una propuesta que te parezca interesante, digna, que se alinee con los objetivos del negocio teniendo en cuenta ese feedback del cliente, y si, sus gustos, porque es un poco inevitable que el cliente juzgue el diseño en base a sus gustos - aunque, como te decía, haremos lo posible para que sea en menor parte. Creo firmemente que este diseño que cumple con los objetivos y le encanta al cliente existe para cada proyecto. Y vale, a veces no encontramos este “sweet spot”, pero existe y con la experiencia, verás que lo encuentras cada vez más fácilmente y de forma más intuitiva.

Tu objetivo es diseñar lo que el negocio necesita, no lo que le gusta al cliente - aunque tengas en cuenta sus gustos, no es el objetivo del diseño.

  • Trabaja tu comunicación para conseguir cierta autoridad como diseñador.

  • Manda propuestas autoexplicativas y muy curradas a nivel de diseño.

  • Haz preguntas para conseguir un buen feedback de parte de tu cliente

  • Y no te rindas si hay que retocar o rediseñar tu propuesta, vuelve a la estrategia y encuentra el sweet spot, el diseño que te mola a ti y a tu cliente.

Te invito a marcarte un objetivo, a elegir uno de estos trucos y trabajar para mejorarlo de forma consciente en tu próximo proyecto. es el primer paso para conseguir un portfolio que te haga sentir orgulloso a la vez que testimonios super positivos de parte de tus clientes.

Si te sientes perdido con todo esto, en mi kit de plantillas Brand Expert, encontrarás todos los documentos que uso en mi proceso de branding, desde el presupuesto hasta los documentos de presentación, y verás la forma en la cual lo hago para conseguir que los clientes respeten mi criterio, entiendan los objetivos del diseño y lo aprueben con más facilidad. Son documentos que reflejan un proceso de trabajo que he ido puliendo a lo largo de los últimos 6 años en mi estudio, y francamente, no hay color entre los proyectos que tengo en mi portfolio hoy y los de hace 6 años… y de nuevo, este proceso es lo que lo ha cambiado todo.

Espero que este episodio te haya gustado y que puedas resolver la complicada ecuación felicidad de tus clientes y proyectos dignos de tu talento gracias a mis consejos.

Un abrazo, y hasta pronto para un nuevo episodio.


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